miércoles, 27 de junio de 2007

Sobre buen periodismo...Siervos de la gleba, lean a Kapuscinski!!

Es complicado hablar acerca del desarrollo profesional del comunicólogo cuando no se es todavía, y más aún cuando no se tiene la certeza del enfoque que se le va dar una vez siendo profesionales, sin embargo, es importante destacar que sea cual sea, el comunicólogo puede y debe valerse del mayor número de herramientas para que su formación sea lo más integral posible, ya que de ellos, de nosotros, las nuevas generaciones de comunicadores (periodistas), depende el uso y manejo de la información en la elaboración de mensajes, su correcta o incorrecta interpretación, así como la respuesta que se obtenga por parte de los receptores.

Al respecto Kapuscinski comenta:

“Nuestra profesión necesita nuevas fuerzas, nuevos puntos de vista, nuevas imaginaciones, porque en los últimos tiempos ha cambiado de una forma espectacular”
[1]

En esta vertiente, podemos vislumbrar las dimensiones de la gran responsabilidad que se nos delega, si bien es cierto que en la actualidad el periodismo que se hace, por lo menos en México, tiene deficiencias, también lo es que nosotros lo podemos cambiar, y como ejemplo tenemos a Julio Scherer que, pese a su intento fallido –El golpe a Excélsior-, sentó las bases de un periodismo serio, comprometido e independiente y, ¿si él en su momento lo hizo, no podremos nosotros?, no trato de entrar en discusión por esta interrogante, ya que el contexto actual y los intereses en juego son distintos a los de los años `70, sin embargo, tengo la convicción de que todo se puede cambiar.

Me es inevitable hablar de Kapuscinski, a pesar de que lo que él describe como un periodista, es para mí algo utópico todavía, y quizás me resulte de esta manera debido a la planilla de reporteros que nos “informan”, no obstante, al tener tan claras las características que un buen periodista debería tener (ser buena persona, no ser cínico, existir para los otros, ser éticamente correcto, estar informado, tener resistencia física y psíquica, no tener miedo, hacer sacrificios, saber esperar, y un largo etc.), no pude evitar entrar en shock, ya que de pronto es lamentable saber que en nuestro ámbito periodístico no existe una persona con estas cualidades, y más aún porque nosotros tenemos la responsabilidad (obligación) de limpiar la imagen que se tiene de esta rara especie de periodismo que sólo atiende a intereses particulares y que espectaculiza la información, cuando el objetivo primero y último es simple y llanamente informar y decir la verdad.

Con todo esto quiero llegar únicamente a un punto, somos la posibilidad de que el periodismo real resurja, de evitar que la irresponsabilidad manejada en el caso Stanley se reproduzca en el presente, de retomar el ideal de Scherer, aunque esto signifique destruir el mágico mundo de los medios de comunicación y aunque signifique, además, ser un siervo de la gleba y no un gran director.
[1] Kapuscinski, Ryszard, “Los cínicos no sirven para este oficio”, p. 31

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