martes, 12 de junio de 2007

sLoW dOwn...!?



Una gota de sangre en MTV, un cadáver conectado a Internet, Mona Lisa llorando en el jardín, un licor de cianuro, muera el futuro, pasado mañana es ayer.
La enfermedad del corazón tan mortal, tan eterna, tiñe de amargura la aventura del yo, peligros de la vida moderna.
Una secta de hermanos de Caín, una lágrima por ordenador, aguafuertes del muro de Berlín, pasarelas de hielo, para modelos violadas por Christian Dior.
Tragicomedia musical, cementerio de besos, hoy, a la deriva, por la General Paz, naufraga el galeón de los excesos.
Filosofías de arrabal, mártires del rock and roll discutiendo, entre las piernas del dolor el álgebra de la vida moderna.
Y al final nunca sé como empezar a decirte a gritos que necesito más que respirar, que necesito escapar del purgatorio de sobrevivir, hasta el año dos, hasta el año tres, hasta el año diez, hasta el año cien mil.
La soledad es la ecuación de la vida moderna...

La canción de Sabina y Paez ilustra, sin más, lo que es el moderno estilo de vida, que en la actualidad nos consume. El hombre siempre ha vivido condicionado por el paso del tiempo, pero muy especialmente a partir de la Revolución Industrial la idea de velocidad ha estado asociada con la de Progreso. Así por ejemplo, el Movimiento Futurista a principios del XX, consideraba la velocidad como una muestra del triunfo del hombre sobre la naturaleza. Su frase "Un automóvil rugiente, que parece correr sobre la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia" resume unos postulados que parecen no haber perdido actualidad.
Todo lo que conforma nuestro entorno nos invita a vivir de una manera veloz, sin detenernos a mirar lo que pasa a nuestro alrededor.

En su libro El elogio de la lentitud, Honoré explica: "se trata de un profundo cambio de paradigma, casi una revolución cultural. En un mundo donde se enseña eso de que ‘Tiempo es dinero’ y ‘Más es mejor’ es difícil y aceptar que la mejor manera de valorar nuestro tiempo es hacer las cosas despacio y mejor", dice. Y agrega: "nos pasamos parte de nuestras vidas rindiéndole culto a la rapidez y enfrascados en una carrera sin sentido contra el tiempo. Cuando mirás a tu alrededor y observás el mundo industrial, ves gente que está viviendo de manera desbalanceada. Sufrimos estrés, burn-out ("quemarse" en el trabajo por agotamiento), fatiga crónica y depresión como consecuencia de nuestra vida sobre-estimulada y sobre-agendada. Tratamos de relajarnos y de disfrutar de las cosas, pero estamos tan ocupados y apurados que no tenemos tiempo para conseguirlo. En el camino, perdemos contacto con nuestras familias, nuestros amigos y con la comunidad". Los cultores del Slow quieren dejar bien en claro que no se trata de detenerse. En palabras de Honoré, "es hacer las cosas en el ritmo correcto. A veces rápido, a veces lentamente. Habla de la calidad por sobre la cantidad. Por sobre todas las cosas, ser lento te permite disfrutar de la vida con placer".
En una entrevista le preguntan al sociólogo polaco Zygmunt Bauman: ¿Por qué eligió el concepto de líquido para definir a la sociedad actual? Respuonde: A diferencia de los cuerpos sólidos, los líquidos no pueden mantener su forma cuando son presionados por fuerzas externas. Los vínculos entre sus partículas son demasiado débiles para resistirse a esta presión. Y he allí la metáfora: este es precisamente el rasgo más asombroso de la "modernidad líquida". Los vínculos entre las personas son frágiles, y en las condiciones de cambio constante no pueden esperar a que alcancen su condición natural. El pensamiento a "largo plazo" es difícil y hasta "peligroso", ya que se teme que los compromisos firmes limiten la futura libertad de elección.

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