sábado, 30 de junio de 2007

El Violín..

“Vamos a regresar cuando vengan los tiempos buenos”

Esta frase forma parte de la opera prima El violín de Francisco Vargas Quevedo, cineasta egresado de la carrera en comunicación social de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, con estudios posteriores en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) y especialización en fotografía y dirección, quien con el pretexto de la presentación de su primer largometraje, retorna a la que alguna vez fue su casa de estudios a plantear una mesa de discusión y debate en torno al tema abordado en este film: la guerrilla en México.


Los ponentes para esta mesa de discusión fueron el Ex-senador Manuel Bartlett Díaz, el General Francisco Gallardo, el Dr. Arturo Anguiano, director de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAM-X, se tenía prevista la asistencia de Carlos Montemayor, escritor y luchador social pero no acudió, y desde luego Francisco Vargas, director, productor y guionista de El Violín, todos ellos presentados por el coordinador de la Licenciatura en Comunicación Social, Luis Rasgado, quien entre el murmullo de la población “uamera” que abarrotó por completo el Auditorio Javier Mina, cedió la palabra a Francisco Vargas para presentar el trailer que había preparado para sentar las bases y dar entrada al debate que posterior a ello tendría lugar, este extracto de la película fue llamado por el mismo “una pinceladita de lo que es El Violín” misma que no excedió los veinte minutos, sin embargo, fue tiempo suficiente para plantear un amplio panorama acerca del tema tratado.

Cuando las luces se encendieron no se pudo evitar el aplauso y la algarabía de la afluencia, a pesar del ambiente frío del auditorio debido a la baja temperatura del aire acondicionado; apaciguados los ánimos tomó la palabra el Dr. Anguiano, quien a partir de ese momento moderó la mesa de debate.

Tocó turno al Gral. Gallardo, quien habló acerca de su experiencia como parte de la milicia, de su encarcelamiento y de las múltiples violaciones a los derechos humanos y del abuso de poder dentro de éste ámbito, no dejó de mencionar la importancia de la difusión de cintas que abordan temas tan cercanos y reales tanto del pasado como de la actualidad; hizo alusión a la revista Proceso, quien ha sido uno de los instrumentos principales en la promoción de este film.

Posteriormente, tomó la palabra el ex –senador Bartlett, a pesar de que la afluencia estaba renuente a su intervención, abordó la problemática (crisis) que enfrenta actualmente el cine en nuestro país y, en general, las industrias culturales, haciendo un esbozo en torno al Consenso de Washington, al modelo neoliberal y al Tratado de Libre Comercio; los murmullos y comentarios sarcásticos dirigidos a él no se hicieron esperar: “si fuera luchador se llamaría dos caras”, “todo iba bien hasta que habló Bartlett”, “¿y porqué no hicieron nada?”, “¡pero lo querías de presidente!, “¿no te mordiste la lengua?”, los ánimos estaban subiendo de tono cuando el ex–senador culminó su participación.

El momento esperado había llegado, Francisco Vargas se apoderó de la palabra y nuevamente la concurrencia mostró su aprecio a través de los aplausos.

Abrió su intervención con la analogía del “viaje sin retorno”, de la nostalgia y el regreso y de forma irónica mencionó que después de algunos años estaba de vuelta: “aquí donde me malformé”, prosiguió con sus planteamientos acerca de la situación actual por la que atraviesa el cine mexicano en relación al americano e inevitablemente dijo al respecto “estamos tan lejos de Dios pero tan cerca de Estados Unidos”.

Entrando al tema de El violín, comentó que el móvil de la cinta es proponer y competir en contra de la hegemonía, independientemente de que en ésta producción no se haga uso de efectos especiales o carteles de super-estrellas o la inversión millonaria, él propone un “cine que hable de la realidad, que nos retrate, que guarde la memoria, que nos permita saber lo que fuimos para entender lo que somos”

Tras hacer una crítica fundamentada al gobierno en general y al ejército en particular, argumentó que el país padece de una ceguera institucional, enfatizando su inconformidad y desaprobación a la violación de los derechos humanos, y a la injerencia del ejército en asuntos que no le competen, y que éstos conflictos sociales no se resuelven en quince minutos; remató su intervención e incentivó a la comunidad estudiantil: “¿Hasta cuando vamos a alzar la voz y decir ¡ya basta¡?”

El auditorio irrumpió en bulla, gritos, y aplausos, posterior a ello, se dio inicio a los dos ciclos de preguntas y respuestas, en el primero la mayoría de las interrogantes fueron formuladas para Vargas en torno a la construcción del drama de la cinta en cuestión, de su distribución y difusión y de la posible censura a la que podría enfrentarse; igualmente se plantearon algunas interrogantes al Gral. Gallardo, todo transcurrió sin novedad, aunque con un poco de prisa debido al escaso tiempo del que disponía el director de El Violín, fue hasta el segundo ciclo en el que la audiencia cuestionó a Bartlett acerca del caso de Zongolica, de la violación a los derechos humanos y de la “Caída del Sistema”, a las que evadió de igual manera que lo hizo con el comentario-denuncia-evidencia de un integrante de la afluencia, Heladio Torres, argumentando que eran temas demasiado extensos y que con gusto iría en otra ocasión con más tiempo a tratarlos.

La bulla no se hizo esperar y para apaciguar a las masas, Francisco Vargas, el alguna vez “uamero”, confesó que después de varias desilusiones en otros foros y con otras personas, en los “uameros”, en cambio, encontró una esperanza de que El Violín tendrá éxito y que cuando vengan los tiempos buenos, él también estará de regreso para compartirlos en su casa, la casa abierta al tiempo y al cine.


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